Aun recuerdo ese día, que como tantos de ellos quedábamos
para almorzar en Nervión, cerca de mi trabajo, ése día en especial estaba con
mi amigo José María y mi querida Teresa, dos personas a las que quiero mucho,
muy distintas entre ellas, pero geniales en su totalidad, no sé porqué, pero
desde pequeño tenía el don de agrupar a gente muy variopintas, ejerciendo yo de
nexo de unión y elaborando un grupo muy particular.
José María relataba con el humor que le
caracteriza como había conocido a un chico que vivía en Lanzarote, que estaba
de vacaciones en Sevilla, le gustaba, pero no se planteaba nada, ya que era
consecuente con la distancia. Teresa contaba, con su característica dulzura una
conversación que había tenido por teléfono sobre una historia también
imposible y yo describía la visita de Víctor a Sevilla y la sensación que había
tenido, entre los tres le quitamos la importancia, dando frivolidad y toques de
humor, para maquillar, la amargura del amor.
Teresa se tenía que ir, llegaba tarde a una boda
a la que debía asistir, aunque le daba mucha pereza, era un
compromiso importante. Yo con mis fantasías de siempre, mientras la besaba le
referí “quizás conozca allí al amor de tu vida”, no lo creo me contesto, nos
despedimos entre risas.
El tiempo pasó y después de varios meses, recibí
la llamada de mi amigo José María “gordi, tengo que hablar contigo, lo dejo
todo, me voy a Lanzarote a vivir“ la
llamada me sorprendió, me alegró, claro está, dentro de la tristeza que da que
un amigo desaparezca carnalmente de tu lado, ya tengo cuñado nuevo? le pregunté,
empezamos a reírnos.
Aquello cayó como un jarro de agua fría en mi
mente, en mi conciencia, qué cobarde soy, pensé. A las dos horas
aproximadamente me volvió a llamar,” gordi quedamos en el Centro con María
y Rocío para comer, tengo que despedirme, me voy ya el martes”.
Le explique que no podía, que lo vería por la
tarde, Teresa me había llamado, quería almorzar conmigo, necesitaba estar a
solas con ella, contarnos muchas cosas, hacia ya un tiempo que no nos veíamos y
yo precisaba el consejo de una amiga como ella, de alguien con su profunda
sensatez, después de ponernos al día y aconsejarnos, me dijo, haz lo que tu corazón te pida, eso
sí, en enero te quiero aquí, en Sevilla y con un chaqué colocado, quiero que
seas testigo de mi boda, un escalofrío volvió a correr por mi cuerpo, SÍ!!!,
Teresa se casaba, yo sería parte de su historia, y lo más importante, se
casaba con Jesús, al que conoció en la boda que fue aquel día, yo atiné,
allí conocería al amor de su vida, después de despedirme fundiéndome en
un abrazo decidí ir paseando hacia mi casa, necesitaba pensar .
Había que esperar que el final feliz llegue?,
porque está escrito en el guion de tu vida, o necesitábamos escribirlo nosotros,
las dos historias de mis amigos eran muy distintas , José María no se conformo
con el final , había cogido papel y lápiz y escribió el mismo el suyo, en
cambio Teresa parecía que el destino le tenía dispuesto su final feliz ,
lo que sí es cierto es que solo tú decides tu final: tu mente, tu corazón, tu
razón, o tu interés, cualquiera de las parte de tu ser, solo tienes que desear,
pero lo más importante es que sea ,como sea
, AÚN
SIGUEN EXISTIENDO LOS FINALES FELICES